Por: Iván Salas Rodríguez
S.D. Si Ud. algún día, amable lector (a) es tentado (a) por la obsesión patológica del poder; si le llega el día "D" en que le importa un comino el bienestar de la gente; si se le nubla la vista, arruga el cerebro y, sólo le importa el quehacer político como la ruta más fácil y corta para enriquecerse ilícitamente, tiene aquí la receta que resume la insensibilidad, insensatez y sinvergüencería de muchos (as) políticos "demócratas", "modernos".
I.- La Campaña Electoral
Asegúrese una campaña millonaria, tire la red y recoja lo que encuentre, después de todo es una vieja costumbre en la política criolla asociarse con el poder económico. Si Ud. gana tendrá que devolver estos favores. Recuerde el viejo dicho popular: "No puedes morder la mano del que te da de comer".
Cargue su discurso con mucho nacionalismo y pedigrí popular. Pasee por los mercados, arenales, barrios urbanos marginales; cargue niños, regale alimentos, ropa, ollas, platos, tazas, vajilla en general. Tiene que darse sus baños de multitud acompañado de una sonrisa de futuro. No olvide visitar a su dentista, sonría a todo el mundo, llore si la circunstancia lo amerita.
Sea severo en las críticas a los abusos del FMI, grite, sea contundente: ¡Voy a terminar con la corrupción!, hable de la Educación como prioridad. No especifique sobre la construcción de un modelo educativo alternativo al modelo memorista. Nada de erradicar la desnutrición crónica, recuerde que un pueblo pobre y con bajo nivel educativo está apto para sobrevivir a la demagogia recurrente.
Coordine algunos discursos subidos de tono con la embajada norteamericana, pues en caso contrario su electorado le gritará derechista, pituco insolente. Si le es posible, llame a su lista a un personaje de origen popular para limpiar su imagen derechista o centrista. Diga que gobernará con todos, evite emocionarse y hacer el papelón al decir "gobernaré con mis amigos y los grupos de poder económico que financiaron mi campaña".
El arte del disimulo y el doble, triple o quíntuple discurso es la fórmula. Hable de acuerdo al contexto: si lo invitan los trabajadores hable para ellos, si lo invitan los grandes "empresaurios" haláguelos y hágalos sentirse cómodos. No se le vaya a ocurrir criticarlos. El destacado periodista peruano Herbert Mujica Rojas, con respecto a los grandes empresarios peruanos manifiesta que la mayoría de ellos están acostumbrados a vivir de la teta estatal, del favoritismo y clientelaje.
Hable del apoyo a la agricultura, construcción de casas, escuelas, atender a los viejitos, hable de la micro y pequeña empresa, hable de Latinoamérica, del deporte, la salud... hable de lo que quiera. Ud. es consciente que su gobierno estará condicionado por el formato de la trilogía FMI, OMC y Banco Mundial. Como explica el Nóbel de Economía Joseph Stiglitz, los tres pilares aconsejados por el Consenso de Washington durante los años 80 y 90 son: austeridad, privatizaciones y liberalización de mercados.
¡Ni se le ocurra criticar y plantear salidas fuera del formato, le gritarán: populista, comunista, dinosaurio!
Su símbolo puede ser un gallo, una cartera, un mapa, una escoba o un calzón, eso es lo de menos. Consiga eso sí, una buena agencia de publicidad.
II.- El Triunfo, el Besamanos y a gobernar
Agradezca a todos con gentileza y clase, incluyendo a su oposición más furibunda, con el triunfo en la mano está Ud. apto para hacer lo que se le antoje.
Concéntrese en la juramentación: no vaya a jurar como aquel parlamentario despistado: "Juro por Dios y por la plata". Tendrá que soportar el aburrido besamanos, se acercará a saludarlo mucha gente, de todas las tallas y colores, incluso sus felices auspiciadores de campaña, a decirle: "Nos ponemos a vuestra disposición Sr. Presidente"; hágales un guiño como primera señal de agradecimiento.
Busque los tecnócratas de siempre, aquellos que suelen ir rotando por los pisos del ministerio de Economía, aquellos individuos de bolsillo grande y sensibilidad estrecha. Un viejo líder campesino cajamarquino decía: "lo que cambian son las moscas, la mazamorra es la misma".
Como Ud. es un potencial demagogo, olvidará sus grandes promesas: ¿justicia social, nacionalismo, estabilidad laboral, seguridad social, bienestar popular, mejora de sueldos y salarios, reforma tributaria,…? Repetirá el discurso de muchos antecesores: "Tenemos que ser realistas. Al asumir el gobierno vemos que la situación es más grave de lo que pensamos". Con una pequeña ayuda de sus amigos (al mismo estilo de Joe Cocker) y de los medios de comunicación afines, trate de convencer a la población de la privatización como gran panacea. La apertura de puertas de par en par para la inversión extranjera en las condiciones que ellas fijen para sus inversiones. "Ganancias mil, costos bajísimos, controles cero" diría Eduardo Galeano. Remate todo lo que pueda: minas, petróleo, electricidad, pesca, telefonía, agua, aire…
El 4 de marzo del 2002, Greg Palast (periodista de la BBC y "The Observer" de Londres, concedió una entrevista para el Alex Jones Radio Show de los Estados Unidos; difundió un documento oficial referente a subvaluaciones y sobornos en las privatizaciones que puso en apuros al FMI. Habló con un senador argentino quien declaró haber recibido la siguiente oferta de un socio de Bush por rematar el agua: "Bueno, si sólo le pagamos una quinta parte, esta cifra permitirá que haya un pequeño bocado para Ud. Que irá a su cuenta bancaria en Suiza".
Para disimular su antinacionalismo privatomaníaco cambie el término privatización por: "Incorporación de inversión privada en activos estatales". Si alguien le sale al frente a criticarlo y reclamarle un gobierno para las mayorías, sensible a las necesidades populares, repita el discurso de siempre: ¡eso es populismo, comunismo! Si el movimiento social rebasa los fríos cálculos de sus distraídos asesores, en aras de "defender el sistema democrático" grite a los 4 puntos cardinales: "terroristas" e inmediatamente muestre el incremento del "riesgo país", el JP Morgan le ayudará.
Haga brillar sus cuadros, sus cifras multicolor: PBI, ingreso per cápita, inflación. No importa si las cifras no tienen nada que ver con la vida cotidiana, como dice Aaron Levenstein: "Las estadísticas son como los bikinis. Lo que revelan es sugestivo; lo que esconden es esencial". En esta tarea tendrá Ud. la ayuda de aquellos economistas que hacen trabalenguas, lenguaje difícil, ininteligible, oscuro, los dueños de teorías sin base real.
Su banda (perdón, su equipo técnico) comenzará a saquear el erario nacional, para lo cual necesita un Poder Judicial sumiso. Si le llega dinero del Banco Mundial o PNUD para la "Reforma Judicial", recíbalo: un gran porcentaje de estos fondos irán a sobrefacturación y a engrosar las planillas doradas de asesores y consultores.
Las oficinas se llenarán de burócratas incompetentes, pero carnetizados, afiliados al partido de gobierno. Su consigna seguramente será: "robar, robar que el mundo se va a acabar".
Si los agricultores le reclaman, disimule, no hable de los millonarios subsidios que otorgan tanto Estados Unidos como la Unión Europea. Mantenga la importación de alimentos, su respuesta es sencilla: "Los eliminaremos gradualmente". Continúe con la consolidación de los hábitos alimenticios foráneos, destruya su consumo nacional: ¡más Mc Donald´s, más comida chatarra. Vivan las luces multicolores, viva la "modernidad"! El "American way of life" es lo único importante.
¿Renegociar la deuda externa que se lleva un 25% del presupuesto nacional? ¡Ni loco! Dirá: "No podemos aislarnos del mundo, no podemos alterar las recomendaciones del FMI".
Haga caso a las presiones del gobierno yanqui. Aíslese de los esfuerzos de integración latinoamericana de aquellos países que buscan organizarse en bloque para enfrentar los abusos del FMI, OMC y Banco Mundial.
A América Latina le gusta mucho la palabra 'esperanza'. Nos complace que nos llamen 'continente de la esperanza'. Los candidatos a diputados, senadores, a presidentes, se autotitulan 'candidatos de la esperanza'. En la realidad esta esperanza es algo así como el cielo prometido, una promesa de pago cuyo cumplimiento se aplaza. Se aplaza para el próximo período legislativo, para el próximo año o para el próximo siglo".
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